Trabajamos para la Igualdad

Estela Díaz

Ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual

Hacer un ministerio, habitar un nuevo lugar de militancia

Desde chica me gustaron los desafíos. Fui una niña que defino como feminista intuitiva. Lo digo ahora que puedo explicar algo de esos exabruptos de infancia. Siempre activa e inquieta, en algún tiempo tuve el apodo de «eléctrica», por lo que puedo decir que mi activismo militante se remonta a los tiempos desde los que tengo memoria.

Soy peronista, sindicalista y feminista, tres identidades históricamente demonizadas que me enorgullecen. Tengo una trayectoria de más de treinta años en el campo del feminismo. Y en este largo camino de vida, el reto mayor que tuve que afrontar —sin lugar a dudas— fue cumplir con la convocatoria que nos hiciera Axel en aquel diciembre de 2019, cuando nos comprometió a jurar ser un equipo militante, cercano, transparente y comprometido plenamente en la transformación de nuestra Provincia.

Acá estamos, por cumplir cuatro años de aquel recuerdo y con la satisfacción de haber tenido la enorme responsabilidad de estar al frente del primer Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires.

Un ministerio se crea desde cero, pero no nace de la nada. Se nace de una historia y en una coyuntura particular; a la vez que se asume desde una genealogía política.

Al revisar la relación entre las luchas populares y los gobiernos peronistas, salta a la vista la conquista de derechos. No es necesario cavar muy hondo para trazar una continuidad entre el primer peronismo (1945-1955) y los gobiernos de Néstor y Cristina (2003-2015). En ambos casos, hubo decisiones de gobierno que se construyeron desde el reconocimiento de las luchas sociales, y los sujetos políticos que las protagonizaron, para llevarlas al plano de gobierno y la política pública.

Así, en el primer peronismo, se hicieron efectivos los derechos laborales, políticos de las mujeres, de la infancia, la ancianidad, entre otros. En el presente siglo, y a partir de 2003, los derechos humanos vinieron a constituirse en política de Estado, marcando el pulso de las nuevas conquistas que incluyeron avances de los derechos de las mujeres, las disidencias sexo genéricas y la promoción de cambios culturales. Ya más acá en el tiempo, vinieron las épocas convulsionadas por la presencia de multitudes de mujeres y diversidades en todas las esferas de la vida política, social y cultural argentina. Tiempos de militancia, resistencias, movimientos, olas, mareas, pañuelos.

Un poco más allá en el tiempo, en el marco de los cuarenta años ininterrumpidos de democracia, fueron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo quienes abrieron el camino, y que, junto a la genealogía identitaria trazada, definen el feminismo popular que abrazamos y nos inspira. Un feminismo que no nace ni de manuales ni de la academia (donde han sido bastante esquivos para teorizarnos), sino de las ricas, nutridas, plurales y diversas experiencias de las mujeres y diversidades del campo popular.

Feministas en el Estado

Una pregunta que me hacían de manera recurrente era cómo una militante feminista podía trabajar desde el Estado para implementar todo aquello que había reclamado en cientos de marchas, talleres, encuentros, incidencias parlamentarias. Como si ahora se tratara de estar en el otro lado del mostrador. La gestión me ha permitido demostrar que no hay dos lados del mostrador, porque somos parte de un gobierno provincial que ha definido con claridad y coherencia el proyecto político de gobierno. Entonces, de lo que se trató, y se trata, es de trabajar y construir desde este nuevo lugar de militancia. La relación entre proyecto político y gestión pública es intrínseca, por eso estamos haciendo desde la perspectiva nacional, popular, democrática y feminista.

¿Qué implica hacer un nuevo ministerio? Muchas cosas al mismo tiempo. Construir el barco mientras navegamos y afrontar en esa tarea el maremoto de la pandemia. La hoja de ruta estaba trazada por la agenda de las luchas del movimiento de mujeres, de los feminismos y de las colectivas de la diversidad; se trataba de llevarla a los planos de programas, acciones, presupuestos, estructura, nombres, territorios, equipos, diseños y todo lo formal e informal que requiere la hermosa tarea de construir lo público.

Cuando llegamos, en diciembre de 2019, nos encontramos como antecedente institucional un organismo desjerarquizado, con escaso presupuesto, sin estructura y con muy pocas políticas y programas. Un área con una perspectiva liberal que reducía la agenda de género a las violencias, abordando a las mujeres y diversidades como víctimas antes que como sujetas de derecho y protagonistas de la transformación social.

El cambio a partir de la construcción del Ministerio fue enorme en lo cuantitativo y más aún desde lo cualitativo. En primer lugar, profundizamos y transformamos la perspectiva de abordaje de las violencias por razones de género, redefiniendo el sistema integral de intervención, que fue creciendo con iniciativas que dan cuenta de que la salida de las violencias en un proceso, y que desde el Estado deben generarse herramientas para dar respuestas en todas las etapas, especialmente antes de que se manifiesten.

Por primera vez, la Provincia transfirió recursos a los municipios para el abordaje de las violencias. Trabajamos en la construcción del Formulario Único de Denuncias, que hoy implementa el Poder Judicial y recepta la Policía, que cuenta con un predictor de riesgo, fundamental para tomar medidas urgentes. Son algunos ejemplos de políticas que deben profundizarse para atender una problemática en la cual, a pesar de que algunos quieran negarla, los datos evidencian más de doscientas mil denuncias al año entre causas penales y de familia.

En segundo lugar, destacamos la agenda de promoción de derechos, interseccionalidad y diversidad, ámbitos en los que creamos líneas de trabajo, dispositivos, campañas, colocando en la agenda de lo público temáticas muy ligadas a la vida cotidiana, pero que seguían distantes del Estado, interviniendo para reducir brechas de desigualdad y acercar puntos de partida. Ejemplos de ello son los temas de gestión menstrual, cuota alimentaria, diversidad corporal y gordofobia, masculinidades sin machismo, inclusión laboral trans, entre otros.

El tercer gran aspecto de nuestra tarea estuvo definido por el mandato de ser el organismo rector de la perspectiva de género y diversidad en el conjunto de las políticas de gobierno. Aquí es donde la transversalización cumple una función central, y se corporizó con la creación de los consejos de políticas transversales, la regionalización del Ministerio y la promoción en los municipios para fortalecer áreas de género que pudieran abordar otros temas, no solo las violencias. La integralidad y territorialidad fueron los ejes rectores de las acciones, políticas y programas que impulsamos. En este sentido, la Ley Micaela ha sido una herramienta fundamental para repensar el funcionamiento de los ámbitos de trabajo y las tareas laborales cotidianas, en pos de contribuir a promover prácticas más igualitarias y de prevención de las violencias.

Podríamos seguir enumerando más y más temáticas, pero para eso está este libro web, donde podrán leer y escuchar, de las propias protagonistas, algo de lo realizado. Digo solo algo, porque no tengo dudas de que hicimos mucho más de lo registrado. Si bien es innegable que logramos una marca institucional reconocida, fuerte, con nombre propio, es cierto también que somos mucho más hacedoras que relatoras.

Estamos llegando al final de este primer período de gestión prácticamente con el mismo equipo que iniciamos la tarea. Fuimos ampliándolo en el proceso de generación de nuevas políticas y programas. Incluimos en la gestión a referentes y referentas de muy variados sectores políticos, sociales y territoriales. Somos conscientes de que, a veces, las demandas institucionales olvidan los aspectos de la micropolítica que atraviesan las relaciones interpersonales, pero siempre buscamos resolver las tensiones habituales de cualquier ámbito de gestión desde mecanismos de escucha y resolución creativa de conflictos. Pero, sobre todo, poniendo el centro en el valor de las personas.

Nosotras, como feministas en el Estado, teníamos y tenemos siempre el desafío de mostrar que nuestras convicciones no son solo una mirada para abordar determinados temas, también son el modo en el que lo hacemos.

Durante esta etapa no escapó al debate público la puesta en cuestión de nuestra existencia como Ministerio, especialmente a nivel nacional. Muy rápido se alzaron voces, desde diversos sectores, para reclamarnos no lograr el milagro de terminar con la violencia de género. Está claro que pedir eso es más o menos como esperar que el ministerio de Salud logre terminar las enfermedades o que el de Seguridad acabe por completo con el delito. De todos modos, ya estamos acostumbradas a que los logros en derechos para las mujeres y diversidades convivan con el plus de tener que defender la institucionalidad conquistada, porque insistentemente es puesta en cuestión. Algo que se ha exacerbado con los discursos de odio y la violencia política creciente. Esto no nos aparta de la concepción respecto al rol de Estado que tenemos: siempre debe ser garante de derechos. Nosotras también somos tozudas e insistimos con la certeza de que la continuidad de un mecanismo de políticas de género en el principal rango de gestión vino para quedarse, porque responde a construir respuestas de Estado frente a una desigualdad estructural vigente en nuestra sociedad, que requiere de políticas nodales, que garanticen una redistribución justa de recursos materiales y simbólicos.

Fueron cuatro años de enormes aprendizajes. Seguramente cometimos equivocaciones y omisiones en el camino. No hay dudas de que muchas cosas se podrían realizar de otra manera, pero cerramos esta primera etapa con la tranquilidad de haber puesto todo el conocimiento, el compromiso, el tiempo humanamente posible y, en especial, el amor y la pasión. Sentamos las bases de un ministerio que ha delineado un conjunto de intervenciones inéditas desde el Estado, y el tiempo que viene tiene que ser un tiempo de profundización y fortalecimiento. Sabemos que, frente al avance de la ultraderecha, también será un tiempo y un lugar de resistencias.

Gracias, Axel, sin vos todo lo realizado no hubiera sido posible.

4 de diciembre de 2023