Trabajamos para la Igualdad

María Laura Pagani
y Alejandra Migliore

Expertas en Gestión Pública

El camino hacia la institucionalización de la perspectiva de género. Reflexiones y aprendizajes

Nuestra historia con la «Ministeria», como se han denominado en el organismo, nació en enero del 2020, a días de comenzar una nueva gestión, cuando se solicitó una asistencia técnica del equipo de trabajo que integramos desde hace diez años, que se llama Expertos/as en Gestión Pública, dependiente de la Subsecretaría de Gestión y Empleo Público de la Jefatura de Gabinete de Ministros. La convocatoria fue trabajar en el asesoramiento y acompañamiento en la planificación y organización de los procesos de trabajo.

Hasta ese momento, habíamos trabajado en muchas temáticas de gestión en distintas jurisdicciones y habíamos dado nuestros primeros pasos en lo que fue la Subsecretaría de Gestión Pública (2004-2007), a cargo de Claudia Bernazza. Allí nos habíamos formado como trabajadoras estatales, teniendo como norte en el «ideal» de la gestión: las estructuras alineadas a planes, la planificación con relación a la evaluación, entendida como oportunidad de aprendizaje; la convicción de la importancia del rol estatal; la participación interna y horizontal de los equipos de trabajo; la formación para el cambio cultural; la innovación como superadora de la aplicación tecnológica; la necesaria articulación y coordinación entre distintas áreas estatales y con las organizaciones sociales, superando la manera de actuar verticalista y de áreas desconectadas; que los procedimientos tienen que convertirse en hojas de ruta facilitadores del hacer diario; la centralidad de generar información y su relevancia en la toma de decisiones; que lo fundamental es trabajar para un proyecto político e institucional, pero también es parte de la tarea de quien gobierna comunicar.

Estos principios fueron valores en cada proyecto en los que nos tocó involucrarnos y en cada asistencia técnica en la que fuimos convocadas. Salvo experiencias muy particulares, todo lo que anunciamos sólo lo vimos de forma parcial y discontinua en algunos trayectos de gestión. Hasta que fuimos convocadas para colaborar con este ministerio, y allí fuimos con nuestras convicciones sobre la gestión, y acá nos quedamos hasta el día de hoy, aportando a la institucionalización de las políticas de género. A casi cuatro años de los primeros pasos de la formación de un ministerio nuevo podemos decir que vimos plasmarse cada uno de estos desafíos que se enuncian como pilares de la gestión estatal. Y queremos, en estas líneas, compartir el trayecto que hemos transitado, destacando el trabajo con los distintos equipos de forma conjunta, respetuosa, comprometida.

Uno de los primeros hitos de mayor relevancia en nuestra asistencia técnica fue la organización de unas jornadas con el área de Gabinete para iniciar un proceso de evaluación integral a partir de una serie de encuentros participativos, con el fin de que estén representadas la mayor cantidad de «voces». El objetivo fue relevar datos significativos sobre las fortalezas y debilidades de las distintas áreas que componían el ministerio, en el marco de la pandemia ocasionada por el Covid-19, que cambió de forma drástica la planificación inicial sobre proyectos y programas.

Al tiempo, se evidenció que era necesario la revisión de la estructura, en donde se trabajó en su modificación. Para ello se retomaron aquellas oportunidades de mejoras que se identificaron en el trabajo precedente de evaluación institucional. En ese sentido, el más destacado fue la creación de la Subsecretaría de Políticas Transversales de Género, que inicialmente se había planteado como una Unidad, pero que su relevancia para la política ministerial implicaba la necesidad de un área más desarrollada. También se trabajó en el análisis y revisión de una serie de documentos con propuestas sobre el funcionamiento de distintas áreas, tales como: el Consejo de Políticas de Género Transversales en la Administración Pública, la Mesa Permanente de Articulación de Políticas de Género y Diversidad Sexual entre los Poderes de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, y el Consejo de Articulación de Políticas de Género y Diversidad Sexual con los Municipios.

Es decir, se fueron definiendo l jerarquización y fortalecimiento de algunas áreas, logrando una estructura que reflejé los ejes políticos del proyecto de gestión en una configuración que podríamos denominar híbrida, manteniendo características del modelo burocrático, pero con componente también de una organización matricial en los términos de Henry Mintzberg, creando responsabilidades conjuntas entre distintas áreas, cuando los programa y proyectos implementados lo requirieran. Y no podemos dejar de mencionar la centralidad de la ideología plasmada en la perspectiva nacional, popular y feminista en un entramado organizacional, que dio sentido de pertenencia e identidad a los y las cientos de subjetividades que integran el ministerio.

Acá, vivenciamos en este caso paradigmático de esta querida organización que la ideología y la cultura organizacional no son «algo» que recubre las estructuras, sino que se desarrollan y se fortalecen en esa militancia, tan característica como motor de empuje que genera condición de viabilidad para lograr proyectos políticos. De esta manera, esta experiencia nos demostró que era posible superar formatos de organización clásicos de la gestión burocrática, coordinando acciones con otras dependencias estatales y con organizaciones sociales, en un arduo e incansable trabajo horizontal y comprometido con la transformación de los organismos de la Provincia y de los territorios.

Otro emergente que no dejó de sorprendernos, después de veinte años de caminar el Estado provincial, fue la constitución de espacios como verdaderas comunidades, donde la red estatal se moviliza a partir de la solidaridad en el intercambio de experiencias, donde todas y todos aportan a un proyecto común y se comparte información de forma colectiva y de manera crítica, porque encontramos mucha reflexión en el hacer y una mirada siempre situada, donde prima la colaboración. Ejemplos podríamos mencionar muchos, pero seleccionamos la Ley Micaela, porque es la que más pudimos conocer en una de las asistencias.

Otra cuestión que creemos explicativa en estos logros que estamos evidenciando es que muchas integrantes de este ministerio contaban con una larga trayectoria de militancias en género y diversidades, pero fue su primera experiencia de trabajo en el Estado. Ello implicó un esfuerzo en entender el funcionamiento burocrático, pero interpelando y cuestionando ciertas prácticas naturalizadas, con la convicción que moviliza la temática. Consideramos también que es una experiencia de mucho aprendizaje para nosotras, porque tuvimos que repensar técnicas de gestión y ser creativas para no querer «encajar» nuestras categorías conceptuales a la realidad del ministerio y sus necesidades, para quienes conforman el ministerio o participan de esos apreciados espacios interinstitucionales. Proyectos que los y las trasciende, que se encarna en una forma de habitar esta porción del Estado, que logra trama y capilaridades en otras organizaciones, que lleva como bandera la lucha del feminismo, las diversidades y la igualdad de diversos colectivos, y ello se plasma en una manera diferente de gestionar: con militancia, con un fuerte liderazgo en las máximas autoridades, con una articulación interorganizacional inédita, con mucho compromiso por parte de los equipos de las diversas áreas, que traccionan para el avance en políticas de género, con un notable trabajo horizontal y compartido, respetuoso de diversos saberes, y que además apuesta de forma constante a la construcción colectiva y sobre todo a la transformación y la justicia social.

28 de septiembre de 2023